Muchas veces usamos el “soy hija de Dios” como muletilla porque primero no tenemos plantada realmente nuestra identidad en Dios y segundo porque desconocemos a profundidad lo que significa ser hijas de Dios.
En la actualidad hay muchas cosas que nos definen, la profesión, el status social, la opinión de otro e incluso el campo en el que somos lideres ministerialmente. Y nos olvidamos de que lo único o el único que nos define realmente es Dios.
Me gusta mucho este tema, me apasiona tal vez porque yo mucho tiempo supe que era hija de Dios pero no vivía en esa verdad, lo que me hacía permitir que otras cosas me definieran y que incluso yo misma tuviera una opinión errónea de mi basada en cualquiera que fuera mi realidad del momento o en mis emociones.
Y cuando esto cambio? Cambio el día que Dios tuvo que sacudir mi vida para que pudiera abrir mis ojos, paso cuando creí perder mucho y estaba en una tristeza profunda que sentía que todo se había acabado. Le oraba a Dios pero en un tono más de … explícame, dime, devuélveme y porque, cuestionando más que en realidad en busca de una conversación y relación con Dios. El verme así un día me hizo reflexionar y tener una conversación con Dios en la que no sólo yo hablara sino que le permitiera a El hablar y actuar, fue una decision, decidí que Dios me enseñara, fue un proceso largo con la enseñanza más linda que he podido recibir, llena de amor y de valor la cual fue darme cuenta cuanto Dios me amó que entregó a su hijo para salvarme , y si, este es un versículo que me sabía de memoria y el primero que me aprendí cuando empecé mi caminar cristiano, pero no comprendía lo profundo que era .
Llegaba yo a visualizar la magnitud de ese amor? No. Realmente no lo visualizaba.
Dios me enseñó a verme como El me ve, me enseñó a creer y a vivir como hija de Él, aprendí a no sólo usar “soy hija de Dios” como una frase más, sino a entender que el día que me decidí por El, gané identidad como su hija (Juan 1:12), Dios me enseñó que no me define mi profesión ni mucho menos lo que otros opinen de mi, porque para serles sincera el querer agradar a muchos hacia parte de lo que me definía, y eso me llevo en muchas ocasiones a cometer errores y a tropezarme una y otra vez con la misma piedra y no entendía por que sucedía siempre lo mismo hasta que identifiqué que basaba mi identidad en opiniones, Todo cambió el día que supe cómo Dios me ve y así empecé a verme yo.
Cuando entendemos nuestra identidad y nos adueñamos de ella nuestra visión cambia, empezamos a vivir diferente sin importar lo que digan los demás, empezamos a sentirnos invencibles porque cuando entendemos nuestro valor y nos apropiamos de nuestra identidad no hay nada que nos pueda mover de ahí, no hay nada que nos haga desconfiar de lo que Dios ha dicho de nosotros, empezamos a ver las dificultades como un reto que podremos vencer porque somos hijas de Dios y El va delante de nosotras.
El tener, el hacer, el alcanzar no nos define, esta bien tener metas y querer alcanzar el “éxito” pero muchas veces cuando lo alcanzamos quedamos con el sentir de que no es suficiente. El verdadero “éxito” está en tener claro quiénes somos de verdad, en saber que somos hechos a imagen y semejanza de un Dios perfecto (Génesis 1:26), Que nos escogió desde antes de nacer (Jeremías 1:5).
Solo piensa en el gran valor qué hay en eso, es mas para Dios eres invaluable, y así es como debes verte, así es como debes etiquetarte, no como los demás te etiqueten, porque la única etiqueta que nos debe importar es la de Dios, sólo el nos define!
Así que apropiémonos de esa identidad, declaremos con confianza que somos hijas de Dios y empezamos a vivir como tales, sólo creyéndole a Dios lo que El ha dicho de nosotras. Tenemos la autoridad para callar las voces que nos quieren decir lo contrario!
“Pero, cuando llegó el día señalado por Dios, él envió a su Hijo, que nació de una mujer y se sometió a la ley de los judíos. Dios lo envió para liberar a todos los que teníamos que obedecer la ley, y luego nos adoptó como hijos suyos. Ahora, como ustedes son sus hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a vivir en ustedes. Por eso, cuando oramos a Dios, el Espíritu nos permite llamarlo: «Papá, querido Papá».”
Gálatas 4:4-6
Dios te Bendiga!
Eyleen Ross💕
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